martes, 21 de mayo de 2013

ÉXITO DE DAVID VALVERDE EN VITORIA


Crónica de un maratoniano.

Hola, me han pedido que cuente un poco mi experiencia en la maratón de Vitoria. El día 12 de mayo, se celebró la XI edición de la maratón internacional Martín Fiz.
La carrera en sí tiene un perfil bastante llano y es muy parecida a la maratón de Sevilla en bastantes aspectos.


El recorrido transcurre por la ciudad pero tiene muchos tramos de polígonos y de laaaargas avenidas que recorres en ambos sentidos. Aunque, bien pensado, no es fácil sacar 42 km así como así.
Como alojamiento elegimos el hotel que patrocina la carrera, está muy bien situado, a dos minutos escasos de  la salida y la meta, tiene buen precio y además hace ofertas a los corredores. Incluyendo cena "para maratonianos" la noche antes de la carrera.
Vitoria es una ciudad espectacular con avenidas amplias, muchas calles peatonales, plagada de parques y zonas verdes, mucha gente se mueve por la ciudad en bicicleta, tiene tranvía y un casco antiguo muy bonito. No en vano el año pasado recibió el premio de Ciudad Verde Europea. La gente es muy amable y está volcada con los corredores ¡Vamos que da gusto visitar ciudades así!
Una vez puestos en situación, os voy a contar mi experiencia.
El sábado 11 partimos de Oropesa a una hora prudente, el viaje es bastante cómodo. Todo autovía y algún tramo de autopista de peaje desde Burgos a Vitoria ( cuesta 11,85 el peaje, pero merece la pena ) en 5 horas y poco te plantas en Vitoria, con parada a desayunar incluida.
Con el coche aparcado en una calle cerca del hotel, nos fuimos los tres a recoger el dorsal y la bolsa del corredor, que era un poco escasa, todo hay que decirlo. A la vuelta para dejar las cosas, y para nuestra sorpresa, nos encontramos con el campeón Martín Fiz en el bar y nos hicimos unas fotos con él.


El resto de la tarde, lo pasamos tranquilitos y descansando como mandan los cánones para afrontar la carrera al día siguiente.
Tocaron diana a las 6:00 así es que sin hacer ruido para no despertar al acompañamiento me bajé a desayunar. En el bufé lo típico: un montón de tíos nerviosos comentando y apretándose unos desayunos a cual más extravagante.
Voy a aprovechar ahora para dar las gracias a todas nuestras parejas, mujeres, maridos, hijos, hermanos etc que soportan estoicamente día tras día nuestros entrenos y manías. Sin su ayuda no nos sería posible disfrutar de nuestro deporte favorito, ya que si para nosotros supone un sacrifico no lo es menos para ellos, que generosamente ceden parte de su tiempo.
Con las pilas cargadas, vestido y embadurnado en vaselina, cogí la bolsa y me fuí a la salida deseando empezar cuanto antes. Fue en las escaleras del hotel donde me encontré a Fernando, un pucelano que corría su primer maratón y que iba a ser mi compañero  durante toda la carrera. (Parecemos el punto y la i)
Que nervios, hace una mañana perfecta para correr, sin viento, nublado y unos 10ºC.
Mi colega Fernando y yo enseguida empezamos a hablar y a contarnos un poco de todo, me dice que es su primer maratón y bueno, le digo que si quiere podemos ir juntos hasta en km 30 y tantos pues tenemos objetivos parecidos. Acabar en 3:30:00.
El primer tercio de la carrera es por la ciudad y ahí están Pablo y Patri dándolo todo para animarme. De momento, la cosa va bien. Seguimos el ritmo de la liebre de 3:30:00 pero como todos sabemos, los vascos son de otra pasta y este tío rueda a 4'40" con lo cual el ritmo no es de 3:30:00 y nosotros como somos un poco prudentes seguimos a nuestro runrún, como un martillo pilón pin-pan a 4:58
Los avituallamientos son un poco reguleros, no por cantidad, sino porque hay pocas mesas y los corredores llegamos en grupos y se quedan sin vasos.

Fernando y yo rodamos más o menos a ritmo cómodo aunque tengo que sujetar un poco a mi compañero de fatigas, se encuentra fuerte por el km 25 y empieza a aumentar el ritmo.
Y yo que soy muy cobarde, le advierto que lo podemos pagar en los kilómetros decisivos que para mi son desde el 37 al 40.
No se por que pero se hace caso de mí y continuamos hasta que llega ese momento en el que el maratón se convierte en una lucha entre el corazón y la cabeza. Pero salimos airosos y encaramos los dos últimos kilómetros apretando los dientes y  esprintando a 4:30 llegando bastante bien, con buenas sensaciones y lleno de emociones.
Antes de llegar a meta, Patri y Pablo me esperan para darme ánimos y me pasan la bandera de Oropesa que me acompaña hasta el final.

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